En la 1ª carta del apóstol Pedro, leemos en el primer capítulo: 5 Por la fe que ustedes tienen en Dios, él los protege con su poder para que alcancen la salvación que tiene preparada, la cual dará a conocer en los tiempos últimos. 6 Por esta razón están ustedes llenos de alegría, aun cuando sea necesario que durante un poco de tiempo pasen por muchas pruebas. 7 Porque la fe de ustedes es como el oro: su calidad debe ser probada por medio del fuego. La fe que resiste la prueba vale mucho más que el oro, el cual se puede destruir. De manera que la fe de ustedes, al ser así probada, merecerá aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo aparezca. (DHH)
Las palabras del apóstol han sido usadas a lo largo de los tiempos de diferentes formas y para diferentes situaciones, pero siempre han significado lo mismo: Mi vida está guardada en Cristo y cada día voy de camino hacia mi casa, esa que mi Señor me tiene preparada.
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Cuando Rhema me pidió compartirles estas líneas, hablamos del desafío del consuelo al despedir hermanos amados, siervos y siervas de Dios, muchos de ellos parte del ministerio pastoral en la nación, en centenares de congregaciones por todo el país.

Decirle «—Nos vemos» a varios hermanos y hermanas, ha sido inesperado y por encima de mis fuerzas humanas. Despedir amigos pastores en estos meses, me ha traído dolor y tristeza. He derramado lágrimas y pasado algunas noches sin dormir. Muchas veces la preocupación de ser usado por Dios como instrumento de consuelo para familias y amigos ha cargado mi alma, incluso mi cuerpo.
Hace unas pocas semanas, ACIERA contactó a los diferentes consejos pastorales del país para saber con cierta aproximación, cuantas pastoras y pastores ya partieron en estos meses. El número es realmente impactante; es un número alto que golpea, pues detrás de ese número hay amigos, referentes, generales de la obra en la nación, a los cuales honramos y por supuesto extrañamos.
Alguien me escribió luego del informe preguntando qué opinaba. Bueno, opino que ente los miles (literalmente) de pastores que contrajeron diferentes enfermedades y se repusieron, también algunos partieron, pero el punto no es acerca de números o porcentajes. Es acerca de amor y fe.
En qué creemos y cómo creemos. Y digo:
• Creo en la vida eterna.
• Creo en la salvación en Cristo Jesús.
•Creo con todo mi ser, en el cielo que nos espera a los Hijos de Dios.
• Creo que todo el que hizo de Jesucristo su Señor y Salvador forma parte de la Iglesia.
Detrás de cada declaración hay una enorme posibilidad de crecer y alcanzar victoria. Victoria es cada batalla en oración e intercesión, que ha recibido respuesta en sanidad y rescate en este tiempo y prolongará su tiempo aquí un poco más. Victoria más alta, es partir sabiendo donde voy.
Mi pastor siempre me decía que la muerte era rara, porque estaba fuera de diseño. Dios nos diseñó para vivir, así que cuando este templo mortal que es nuestro cuerpo se gasta y eventualmente deja de funcionar, es raro.
Eso mismo hablé el día que me tocó predicar ante su partida.
Déjeme ahora compartirle algunas cosas que dije aquel día y otras que una década después creo y veo más reales que nunca.
1 – Mi pastor se fue a su casa
Me lo había dicho desde el púlpito diez mil veces. Me lo dijo en charlas personales mil veces más. En cierta ocasión, me hizo asegurarle que el día que partiera      íbamos a tener un culto de alabanza honrando a Dios, quien es nuestro refugio y nuestra casa eterna y me prohibió que andemos llorándolo por los rincones.
Lo primero lo hicimos; lo segundo no nos salió del todo. Lo amábamos y sabíamos que íbamos a extrañarlo: quizás lloramos por nosotros mismos.
2 – Siempre supe dónde iba y lo que estaría haciendo
Saber eso me consoló mucho y me sostuvo y lo sigue haciendo. Así sigue siendo hoy. He despedido algunos amigos y sé perfectamente dónde están.
Algunos de los amigos que se adelantaron, igual que a mi pastor, les gustaban los cultos laaaargos y miraban mal si la alabanza y la adoración no exaltaban a Cristo lo suficiente. ¡Creo que ese problema ha quedado resuelto para ellos! Adoran eternamente con canciones perfectas en los idiomas más maravillosos y ya la duración de la reunión no es un problema y nadie opinará a la salida acerca de si cantamos demasiado. Donde ellos están, hay tiempo para cantar «una más».
3 – No tengo dudas de con quién hablan
Siempre con la Biblia cerca; los años no disminuyen la búsqueda de entender la palabra de Dios más profundamente, por el contrario.
A lo largo del tiempo de servicio, enseñanza y prédica de un pastor, se acumulan los libros y siempre habrá algo más que aprender y luego enseñar.
Disfruté las mañanas de cada martes, sentado con mi pastor y el resto del equipo, buscando entender un poco más. Disfruto hoy sentarme a buscar en la Biblia algo más de Cristo y me vibra el corazón cuando logro captar una verdad.
Mis amigos pastores que fueron a casa, hablan con Él. ¡De cuántas cosas se estarán enterando!
Pasaron años dando respuestas; hoy les toca hacer todas las preguntas… ¡y se las responden!
4 – Ya sabían que eran eternos, pero ahora esa verdad se volvió plena revelación
Jesús dijo que el que creyera en Él viviría para siempre y nosotros lo podemos leer en Juan 11:25. Lo sabían, lo predicaron, invitaron a otros a creer los mismo. Ahora lo viven.
5 – Partieron, pero dejaron mucho fruto
Mi pastor dejó mucho equipaje aquí. Mis amigos pastores, también lo hicieron. Eso no se fue a ningún lado, sino que sigue dando fruto y aún lo seguirá haciendo. Creo que es parte de la eternidad de la que Salomón dice en Eclesiastés 3, que nuestro creador puso en nosotros.
No digo todo esto para no llorar al que se fue, lo digo para que seamos consolados.
Por otro lado, cómo sería ser la Iglesia de Cristo y no compartir el dolor de los que sufren y así poder consolar con certeza y amor de Dios.
No andar solo me ha ayudado.
Ahora pienso en algunos de mis amigos que están en casa y vienen nombres y caras a mi mente, hombres de Dios, amigos y compañeros de milicia. No dudo donde están, no dudo que disfrutan y no dudo que celebran.

Saber que la muerte está vencida es nuestra declaración de fe. Viviremos para siempre.
No puedo evitar sonreír. —