Todas las personas somos vasos, vasijas o recipientes que necesitamos ser llenos y dependiendo de nuestro entorno recibiremos amor, odio, respeto, insolencia o valores.
Jesús dijo en Lucas 6:43-45:
43 «No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Este pasaje nos habla del corazón como un recipiente y dependiendo de lo que hay en él,  hablará la boca. En otras palabras, el árbol si es bueno o malo se lo conocerá por su fruto.
Ahora bien, debemos reconocer que somos el fiel reflejo de las diez personas más cercanas que nos rodean, pues ellas tienen un impacto en nuestras vidas en el comportamiento, deseos e intenciones de manera directa.
Recordemos el siguiente pasaje:
Números 13: 1-2: 1 «Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Envía a tus hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos”.
Eran 12 príncipes, gente reconocida,  con autoridad, con capacidad y representativas pero que cargaban con un mensaje pesimista y sin fe, condenando a toda una generación a morir en el desierto.
Cuando prestas oídos a gente incorrecta de seguro tu futuro será incierto y es posible que  nunca logres lo que sueñas.  Estas se esconden en un manto de conclusiones humanistas y razonables para gente que no cree en lo sobrenatural y tienen a Dios para cosas que pueden hacer y si sale de sus parámetros ponen en riesgos sus vidas seguras.  No solo que lo creen así, sino que convencen a otros para que sigan sus pisadas condenándose a morir sin ver.  A nivel personal puedo haber logrado respeto en un grupo de gente dentro de una comunidad, pero evidentemente hay un doble mensaje.
«Soy líder de un grupo pero no creo de manera suficiente para vencer gigantes…»:  si declaro esto no soy un buen mensajero ya que mis temores y pesimismo hablan más fuerte.
Veamos, la gente sin fe no merece ser recordada. Jamás escuché ningún mensaje con sus nombres, es más,  ni los tenemos en memoria.  
Somos portadores de un mensaje que puede sacar a un pueblo de sus desiertos permanentes a la tierra prometida. Los desiertos son para formarnos y sacar lo mejor de nosotros, no son para morir en ellos.  Caminemos juntos como lo hicieron Josué y Caleb hacia la tierra prometida y venzamos nuestros gigantes uno por uno.
De toda la generación incrédula y sin fe después de morir en el desierto, Dios toma a dos de los que tuvieron un mensaje que los habilita para sobrevivir. Los que abrazaron las promesas y las creyeron, salen  del desierto para poseer lo que se les prometió. No se puede entrar a la tierra prometida sin fe.
Números14:30: «Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun”.
Nunca debemos olvidar que quienes tienen una fe inamovible en Dios y en sus promesas alcanzan lo que El preparó.  Cuidado con inclinar los oídos a la gente pesimista que aunque pareciera coherente no siempre están en lo correcto.  
Josué envía a Jericó a dos:
Josué 2: 23-24:
23 «Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían acontecido.
24 Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros”.
Josué y Caleb van en pos de lo que Dios había entregado, ya no está Moisés pero el propósito sigue vigente.  Esto es porque el propósito es más grande que nuestra propia vida.
Las personas que escuchamos son relevantes ante lo que tenemos por delante.  Siempre debemos evaluar más allá del liderazgo que se ejerce, ampliar nuestra vista en cómo se reacciona en el idioma de la fe.
¿Cuáles son nuestros mensajes ante lo imposible?
Podremos ver si los problemas son como gigantes difíciles de vencer u oportunidades para obedecer a Dios e ir hacia la meta.
Las cosas fáciles las hace cualquiera ya que no necesitan hacer grandes esfuerzos  y muchas veces hasta ni se necesita fe para hacer lo fácil. Pero lo difícil lo hacen pocas personas y en las cuales deben conjugarse varios requisitos y capacidades pero con una fe absoluta.
Te animo a que prestes atención a lo que Dios quiere hacer con tu vida , tu ministerio y tu familia.  Cierra tus oídos a los desconocidos sin fe,  porque los que hacen historia y son recordados no miran problemas sino grandes oportunidades porque le creen a Dios.—