En los últimos años, la iglesia comenzó a salir de las cuatro paredes, de sus templos y a llevar el evangelio por las plazas, los hospitales, las calles, a estar con el necesitado y con el que sufre. Por otra parte, se abrieron comedores, ollas solidarias, se llevaron a cabo distintas actividades con gente en condición de calle.
Toda esta actividad ha dado respuesta a distintas necesidades no solo materiales sino también espirituales.
Además, podemos ver que regresaron con mucha fuerza las campañas y comenzaron a surgir nuevos evangelistas que están predicando en las calles de toda nuestra Nación.
Como resultado la gente está corriendo a los pies de Cristo.
Pero surge un interrogante: ¿cómo haremos para retener el fruto y no caer en el mismo error del pasado?
Sin dudas la voluntad del Señor es una. Jesús afirmó:
«Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”.
¿Cómo hacemos entonces para integrarlos a todos? ¿Cómo hacemos para que nadie se pierda?
El trabajo de la iglesia no es solo predicar el evangelio, sino hacer discípulos y este será nuestro gran objetivo.
Nuestra tarea es visitarlos, integrarlos, ungir su casa con aceite y abrir nuevos grupos de oración en cada rincón de nuestro país.
Si observamos el modelo de Jesús, Él se ocupó de buscar hombres dispuestos, formarles el carácter e invirtió su vida en ellos, para que fueran verdaderos discípulos.
Como la mies era mucha llamó también a otros, que se los recuerda como los «70» y en el aposento alto habría unos «120» quienes pudieron contener a las dos primeras multitudes que respondieron a la predicación de Pedro.
También el Apóstol Pablo fue un modelo en este sentido. En 2 Timoteo 2:1-2 afirma:»Tu, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.
Era un momento crítico para el joven Timoteo, pastor de la iglesia en Efeso, ya que su pastor y líder Pablo, estaba encarcelado. Pero la palabra no estaba encarcelada y desde allí le escribe para alentarlo y darle directivas sobre cómo continuar con la tarea recibida.
Al igual que Jesús y que Pablo, hoy en día también necesitamos formar nuevos discípulos .
¿Será que es el tiempo de llamar a otros a sumarse a los equipos pastorales de cada congregación?
¿Será que es el tiempo de involucrar a los más jóvenes en el llamado de Dios?
Para formar nuevos discípulos necesitamos primeramente esforzarnos. Definitivamente, sin esfuerzo, no hay avances.
En la vida laboral, en el ámbito educativo, en la vida económica, en lo espiritual y en el ámbito ministerial.
Otro secreto para discipular es sin dudas, darle lugar a otros.
Pablo dijo: «esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.
Creyentes que sean dignos de confianza, fieles.
Jamás se le puede delegar ninguna tarea a personas que generan desconfianza. Y la confianza se gana y se prueba primero.
La Biblia dice: «El que es fiel en lo poco en lo mucho le pondrá el Señor”.
Por último, considero que se debe impartir valores eternos.
Pablo no solo le impartió doctrina a Timoteo sino, además, valores eternos.
Le enseñó, por ejemplo, a soportar el sufrimiento en el ministerio, a no perder el enfoque, a cumplir las reglas de integridad y a trabajar duro, entre muchos más.
Concluyo diciendo que: el Reino crece únicamente por medio de discípulos.
No podemos avanzar más allá de las personas. —