Apóstol Ricci, ¿qué o quién es un demonio, hoy?
—Los demonios siempre fueron ángeles que corrompieron su propósito original y llevados por la manipulación de Satanás, terminaron siendo expulsados del cielo; hoy, su propósito es el mismo que el del diablo: robar, matar y destruir. A diferencias de tiempos pasados y por causa que el amor de muchos ha venido enfriándose, la maldad se está multiplicando más y más, hoy la exposición a los demonios es mayor; ya no permanecen tanto en lo oculto, —caminamos por las calles y vemos demonios entronizados en personas.
¿Coincide que la demonología es un tema casi tabú para la Iglesia?
—¡Totalmente que es un tema tabú para la Iglesia! Hay mucha desinformación respecto a esto y la poca información que hay, tal vez, no se la maneja de la manera correcta. Reconozco que aunque es un tema muy controversial hoy en día, en estos últimos tiempos que estamos viviendo, es una necesidad tratarlo. La Biblia enseña; recordemos que Jesús dijo que “… si yo por el espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el Reino de Dios” — Mateo 12:28. La forma palpable de ver el Reino de los Cielos, que está en nuestra vida, en nuestra familia y en nuestra iglesia, es la liberación.
Apóstol, su tarea sobre el tema, ¿cómo es recibida por los pastores, por los líderes, por la Iglesia en general?
Basándonos en la oportunidad de apoyar a las personas que tienen tormentos espirituales, inclusive esta problemática está atacando mucho a la juventud hoy, podría decirse que se ha despertado más el interés sobre estos temas. Muchos pastores y muchas iglesias nos consultan, para entrenar su liderazgo y aun entrenarse los mismos pastores, para poder estar al “pie del cañón” en esta área. Podría decir que 10 años antes, esto era muy desechado, era algo que de alguna manera era dejado de costado por la doctrina, por las denominaciones y sin embargo hoy hay mucha mayor aceptación. Desde luego, siempre hay personas que lo que no entienden, que lo que no les ha sido revelado, lo siguen desechando.
Apóstol, recuerdo al Pr que me dio la palabra, muy sabio y ya fallecido, que nos decía: «Hermano, debe estar muy bien con el Señor si se va a enfrentar con el demonio, con él no se juega; si no está en bien plantado espiritualmente, mejor deje a otros». Se refería a estar en santidad, sin puntos débiles, conocer la Palabra y estar preparados para la reacción del adversario. ¿Coincide con esto?
—¡Totalmente! Ministrar liberación, ponerse en la brecha para ayudar a otras personas con autoridad, reprendiendo las tinieblas, es algo que lo puede hacer cualquiera, siempre partiendo de esa revelación que hay en el poder de Jesús, en el nombre de Jesús, porque la Palabra dice: “en mi nombre echarán fuera demonios” —todos entonces pueden hacer este trabajo. Ahora bien, quién esté desordenado, verdaderamente va a pagar las consecuencias por ministrar a otras personas con una vida desordenada, con una vida desalineada, fuera de la santidad… O sea, sepamos una gran realidad: el pecado siempre va a traer consecuencias, eso es inevitable. La sangre de Cristo nos limpia de todos nuestros pecados, pero las consecuencias quedan. Hay mucha gente que ha ministrado liberación estando desordenada, y hoy está pagando las consecuencias.
Apóstol, ¿hay forma de darse cuenta que uno está bajo una influencia espiritual maligna?
—La única forma de darnos cuenta que tenemos una problemática espiritual, es cuando buscamos a Dios. O en su defecto, cuando nos rodeamos de personas de Dios o atmósferas de Dios, lugares que nos hablen de Dios… de esta manera vamos a poder interpretar lo que está bien y lo que está mal, lo correcto y lo incorrecto. Las problemáticas espirituales, cuando uno no busca a Dios, uno las asocia a otros problemas, naturales; uno trata de discernir de forma natural lo que está pasando. Ahora, cuando se tiene un encuentro con Dios o alguien le habla de Dios, o se expone a una atmósfera de Dios, ahí viene la revelación de lo que uno está padeciendo es en realidad un problema espiritual.
Si en esta atmósfera que usted marca, nos damos cuenta ¿cómo se alcanza la libertad?
— La liberación es un proceso, lleva un tiempo y va de la mano con cada persona. Cada ser humano es distinto a otro y cada uno abre distintas puertas en su corazón, como punto de entrada del demonio. El pecado, las heridas, traumas, por iniquidad por herencia, por el ocultismo… todas son puertas abiertas en el corazón y no todos tienen las mismas puertas. Está mal interpretado a veces que, cuando hacemos liberación, o aplicamos autoridad sobre los demonios —y los expulsamos— llamamos a eso “liberación”, lo cual no es así, eso es mero exorcismo. La liberación es un proceso, lleva un tiempo y va a estar delimitado por la búsqueda y la capacidad de nosotros —los líderes— de enseñarles a las personas a buscar de Dios. Cuando los demonios regresan a la casa barrida y limpiada, ¿por qué ocurre esto? Porque nadie le enseñó a esa persona a buscar de Dios, a orar, ayunar y desarrollar una relación. Cuando la casa está llena de Dios, por más que vengan distintos demonios, no va a haber forma de que esa persona vuelva a tener problemas espirituales reiterativos. Ahí, cuando logramos llenar “la casa” de Dios, ahí podemos decir que concretamos una liberación.
Si se ha estado endemoniado y mediante el proceso que usted describe recuperamos nuestra salud espiritual, ¿quedamos inmunizados -como si fuera una “vacuna”- contra otro ataque o podemos volver a caer bajo el influjo satánico? Y si volver a caer es posible, ¿cómo se evita la recaída?
— La forma de evitarlo es manteniendo nuestra vida firme junto a Dios, cuidando nuestra relación con Dios por sobre todas las cosas. Si logramos cuidar nuestra relación con Dios, vamos a cuidar nuestra vida espiritual, nuestra salud espiritual. “Inmunizado”, no está nadie. Podría decirse que esa “inmunidad” se logra cuando uno tiene total y completa conexión con el espíritu de Dios. Como bien lo expresó Pablo en Efesios 6:13: “… y habiendo acabado todo, estar firmes”.
¿El dejar de congregarnos asiduamente nos deja vulnerables o la vulnerabilidad viene por otras cosas, algunas de las cuales usted ya ha mencionado?
— El dejar de congregarse es una señal de desconexión, que uno no está teniendo una relación correcta. Obviamente, la gente siempre va a excusarse o a justificarse de porqué no se congrega, pero podríamos decir que alguien que ha pasado por procesos espirituales complejos, tormentos, demonizaciones, no puede darse el lujo de no congregarse. Necesita ser parte de una comunidad cristiana, eso es fundamental.
Apóstol, ustedes han desarrollado un Ministerio que se centraliza en esta lucha… ¿cómo abordan el tema? ¿qué herramientas le dan en vuestro espacio a los que consideran que el Señor los llamó a dar esta pelea, por ellos y para ayudar a otros?
— Llevamos adelante una Escuela, que llamamos Escuela de Liberación de Demonios. Y basándonos en la Palabra de Dios y sobre todo, en la experiencia que Dios nos ha dado en estos 13 años, administrando a miles de personas, buscamos impartirles a todos aquellos que deseen entrenarse (pastores, líderes), en el área de la revelación de la Palabra, en el área de la oración, en el área de la búsqueda del poder de lo que la Palabra nos expresa sobre el atar y el desatar, lo que es la autoridad, lo que es la iniquidad, los cautiverios, las transferencias espirituales. Buscamos volcar la mayor cantidad de principios posibles sobre las personas para que, cuando tengan que enfrentarse, a una problemática espiritual, tengan una base para poder tener éxito y no fracasar en el intento.
Para el final, el cierre de entrevista que desee dar Apóstol Ricci
—Estamos en los últimos tiempos. La maldad ha aumentado considerablemente, nuestro adversario se muestra descaradamente en distintos ámbitos, se apoya en leyes gubernamentales para mostrarse más y más. Esto lo vemos en las leyes de igualdad de género, divorcios express, lenguaje inclusivo, etc, buscando corromper las bases de la familia establecidas por Dios; también mucha juventud lidiando con depresión, ansiedad… Más que nunca la Iglesia debe despertar y entrenar su liderazgo. Esto nos habla de la gran cosecha de almas que viene a la iglesia; nosotros debemos ser una respuesta a la sociedad en estos últimos tiempos, mostrar bondad, acercarlos a su Salvación y demostrar el poder de Dios.—